domingo, 10 de septiembre de 2017

Sorry, Wrong Number (1948)


Basada en una obra escrita para la radio por Lucille Fletcher.
El teléfono es el único medio que une a Leona (Barbara Stanwyck) con el exterior. Leona es hipocondríaca y está postrada en la cama a causa de una dolencia psicosomática. Es directora de una fábrica de productos químicos. 
Su marido Henry (Burt Lancaster) es un hombre de origen modesto pero muy ambicioso. MUY (Film Affinity)


La historia comienza de manera fantástica: ella está tratando de comunicarse con la oficina de su esposo y de repente hay un cruce de líneas y escucha una conversación de dos hombres que hablan de un asesinato que habrá en horas hacia una mujer.





Thriller psicólogico que marcó muchísimo mi infancia-pubertad. En esa época alquilábamos VHS al "Gran Gerardo" (cerca de calle 56 entre 8 y 9 de la ciudad de La Plata) Un local con subsuelo pequeño en el que aún así te perdías entre el olor a humedad -que me enloquecía- y la cantidad de películas de dibujitos, drama, clásicas, ficción, comedia. Etc. Era una de las salidas familiares que más me fascinaban. Alquilábamos dos o tres películas por fin de semana... y siempre la que elegía: Gerardo me la bonificaba. Estaba enamorado de mí jiji
Quizás le sorprendía cómo una niña que estaba por convertirse en mujer le interesaba tanto pero tanto el cine. No me perdía nunca ninguna recomendación de papá. Era la época en donde el cine clásico le ganaba por goleada a las películas animadas. Así descubrí Casablanca, Luz de gas, Encaje a medianoche, Cantando bajo la lluvia y esta maravilla de guión de "Perdón, número equivocado"Film "con otros tiempos" como el otro día charlaba con Caro Dente pero sin dudas, ahora en mi versión adulta, resiste el tiempo y el espacio. Los casi 50´ Una época del que "todo era espera" : época de cartas que tardaban millones de días en llegar, época de comunicación vía operadora (sólo la gente de gran poder adquisitivo tenía teléfono en su casa), época en que no sabías cómo salía una foto hasta que se revele, con todo lo que eso implicaba. 
La época de la no-internet, del no-smartphone, de la no-inmediatez.
Una época en que si tuviese la oportunidad de viajar por el tiempo, iría con gusto. Para ver qué se sentía el no-tener tanto bombardeo de información a través de la tecnología del HOY y de por sí, sobrevivir igual. La época donde había más sorpresas, donde leías una carta y sentías piel de gallina porque tu ser querido estaba bien. La época donde la espera en situaciones especiales era SANA. La época en donde uno se sorprendía más seguido.